No sé si lo sabréis ya, pero vivo enamorada de la luz de los atardeceres. Los colores rojizos y magentas característicos de estas horas del día crean un ambiente mágico en cualquier lugar, sea cual sea. Y digo esto porque hasta por la ventana más minúscula pueden colarse algunos de estos cálidos rayos de luz y convertir una corriente habitación en el sitio más especial y acogedor que hayamos visto...
Pues bien, aprovechando mi ventana y la luz de un atardecer, cogí unas velas, mi cámara y me puse a hacer fotos, siendo este el resultado:
La verdad es que siendo el atardecer uno de los momentos más bonitos del día, no entiendo como puede haber gente capaz de pasear por las calles y que ni siquiera se de cuenta de lo que se están perdiendo, ajenos a todo. Tan pendientes a sus problemas que son incapaces de ver que hay cosas tan simples y a la vez bonitas como un cielo plagado de nubes y colores que pueden sacarles una sonrisa y a la vez, transmitir tantas cosas...
Son las pequeñas cosas las que hacen nuestros días un poco más especiales, y en mi caso, alzar la vista y ver el cielo repleto de estos colores me hace un poquito más feliz. No sé la razón, pero los atardeceres son mi debilidad...
No sé si también sois unos amantes de estas horas de la tarde, pero espero que aunque haya sido sólo un poco, esta fotos os hayan transmitido algo de lo que fue para mí aquella tarde...
Hasta la próxima entrada. Sed felices! :)
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